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Mi experiencia con un hijo con autismo

Fabio-André Sánchez, fue mi primer hijo, fruto de mi matrimonio con mi esposo, Eliseo Sánchez. Sus primeros meses de vida fueron normales, aunque con un poco de retraso para gatear, hablar y comenzar a caminar. Sin embargo, a los 14 meses, en lugar de caminar, corría en la punta de los pies. En ese momento empecé a preocuparme por muchos cambios que había notado. Por ejemplo, sus hábitos de comida (solo quería comer Cheerios), quería ver la misma película, dejó de dar besitos y notaba que cuando quería algo, tenía mucha dificultad en expresarlo, tampoco dormía bien en las noches. El pediatra me recomendó llevarlo a un cuido donde pudiera socializar con niños y desarrollara su lenguaje.

 

Pero la entrada de mi hijo al cuido fue una pesadilla. Las rabietas eran incontrolables, aumentó su hiperactividad y se encerraba en lugares para estar solo. Mi hijo fue referido a un Pediatra del Neurodesarrollo y fue diagnosticado oficialmente con Trastorno generalizado de desarrollo y retraso severo en el habla. Este solo fue el comienzo de un largo camino, con muchas preguntas y pocas respuestas.

 

Los primeros tres años de Fabio-André, los pasó en un centro de terapia en Puerto Rico, que utilizaba el método ABA (Análisis de comportamiento aplicado). Este centro cambió la vida de mi hijo. Comenzó a hablar, modificó su conducta hiperactiva, aprendió a ir al baño solo, participó en actividades recreativas con otros niños y se desarrolló en un ambiente escolar donde recibía 40 horas de terapia semanal. El programa, junto con el tratamiento médico, le permitió hacer la transición a una escuela regular, con un programa especial que incluía atención individualizada.

 

No obstante, en el 2011, decidimos mudarnos a la Florida, primero, por la limitación de servicios en Puerto Rico y segundo, buscando opciones de vida independiente para Fabio André, ya que la Isla carece de esas herramientas. Esto a pesar de que cada año se incrementa el número de niños que nacen con la condición. El Centro de Control de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos indica que 1 de cada 68 niños, se le diagnostica Autismo, un 30% de aumento en apenas tres años. En Puerto Rico la cifra es más alarmante, 1 de cada 62 niños.

 

En Florida, Fabio-André comenzó en noveno grado, en una escuela pública que contaba con un programa de vida independiente. También buscamos opciones fuera de la escuela para enriquecer su vida social como: sesiones de equinoterapia, terapias de socialización a través del bowling, olimpiadas especiales, artes marciales y programas de trabajo de verano, entre otros.

 

Los logros de Fabio-André son muchos y hemos experimentado muchos milagros con la ayuda de Dios. Su historia es un éxito marcado por el compromiso incansable de mamá y papá, el apoyo incondicional de su hermana Mariette, el amor de toda la familia y la certeza de que el propósito de Fabio-André será grande, no sólo en nuestras vidas sino en las vidas de otros que, como él, pueden lograr una vida independiente y feliz.

 

Por: Ivelisse Casillas, Fundadora y Gerente General, PharmaHealth Group

Columna publicada en El Nuevo Día.